El jueves pasado hicimos un viaje precioso al río Mandeo. No fuimos solos, un monitor de la Diputación hizo de guía para explicarnos la ruta que íbamos a realizar a lo largo del río observando, a su paso, las plantas y los animales que le dan tanta vida. La imaginación nos ayudó a escuchar los cantos de los pájaros y oler el aroma de algunas flores. ¡Cuánto poder tiene la imaginación de un niño! En su desembocadura paramos a descansar haciendo un cubo de bonitos animales coloreados. Del verde de sus fragas resbalaron gotas de pintura para darle a la rana su color favorito. Fue un viaje bonito para el que no necesitamos gorras ni cantimploras. Visitarlo en persona...paleta de tonalidades infinitas.
cómo me gusta la tecnología cuando te acerca a lugares que de otra forma no conocerías!
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